CDMX.- El expresidente Andrés Manuel López Obrador no sólo sabía, sino que también toleró la corrupción entre los personajes de su círculo más cercano, “y todos aprovecharon” esa permisividad, dando lugar a lo que Carlos Loret de Mola llama la “aristocracia del Bienestar”.
El periodista da a conocer hoy en su columna “Historias de Reportero” cómo nació desde los primeros meses del obradorismo la corrupción de su sexenio, siendo los primeros en aprovechar dos de sus más íntimos colaboradores: Alfonso Romo y Alejandro Esquer, su entonces jefe de Oficina y su secretario particular, respectivamente.
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“Revela de manera diáfana la permisividad del presidente para la corrupción de los suyos. Les bajaba los sueldos oficiales, pero les permitía compensar con entradas ilegales. Les quitaba prestaciones, pero les daba manga ancha para hacerse de otras fuentes de ingreso”, señala.
De acuerdo con el editorialista, en los primeros meses de su gobierno uno de sus secretarios de Estado, de quien reserva su identidad, se acercó a López Obrador para denunciar el “cochinero” de estos dos personajes.
Las revelaciones, narra Loret de Mola, no habrían sorprendido al entonces presidente, quien “escuchó y anotó las denuncias”, e incluso les restó importancia espetando un “ya le tocaba.
“Sobre Alfonso Romo, jefe de la Oficina de la Presidencia de AMLO, el mandatario escuchó y anotó las denuncias. No le sorprendieron. Se ve que ya las había escuchado por ahí: conflictos de interés, negocios a la sombra del poder.
“Sobre Alejandro Esquer, su secretario particular, el alto funcionario le relató transas, presiones, irregularidades, cochupos. Un cochinero de verdad. López Obrador sonrió y restándole toda importancia al tema, soltó: ‘ya le tocaba’”, detalla Loret de Mola sobre el episodio.
ERA AMLO EL GUARDIÁN DEL CLÓSET DE LOS EXCESOS DE LA ÉLITE MORENISTA: LORET
Loret de Mola acusa que todos en el morenismo supieron aprovechar, desde sus posiciones, esa tolerancia a la corrupción que mostró el entonces presidente, quien fungió como el guardián del clóset de los excesos del obradorismo.
“Ya le tocaba estar en una posición de poder y hacerse de una lana. Ya le tocaba no que le dieran, sino que lo pusieran donde hay… Ya le tocaba poder meterle mano al presupuesto”, refiere.
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Todos, refiere el periodista, podían enriquecerse, siempre y cuando no se mostrara, y mientras el mandatario mantenía una apariencia de pobre.
“López Obrador pareció entender que mientras él guardara la apariencia de pobre, todos los demás podrían enriquecerse… y así a él nunca le faltaría nada”, refiere.
Familiares y aliados aprovecharon su posición para obtener beneficios económicos mediante contratos, negocios irregulares y prácticas opacas.
Sus hijos, menciona Loret de Mola, los López Beltrán, “manejaron contratos de miles de millones de pesos”. Su hermano José Ramiro “Pepín” López Obrador hoy secretario de Gobierno de Tabasco, adquirió 13 ranchos.
Pío y Martín López Obrador, otros de sus hermanos, afirma el periodista, que “recibían mensualmente sobres con 400 mil pesos en efectivo”. Mientras que su prima Felipa Obrador Olán “se llevó 400 millones (en contratos) de Pemex”.
En el caso de Esquer, señala, fue captado en video haciendo carrusel en una sucursal bancaria, es decir, “formándose repetidamente… con tal de hacer depósitos de a poquito en poquito” y evadir al fisco.
…HASTA QUE SE FUE AMLO
Mientras López Obrador se mantuvo en el poder, refiere Loret de Mola, todo se mantuvo dentro de ese clóset donde el entonces presidente celosamente escondía los excesos y lujos de la élite de morenista.
“Todo fue celosamente escondido en un clóset que estaba prohibido abrir. Podías tener, pero no mostrar. De eso se encargaba Andrés Manuel: de que el clóset, por lleno que estuviera, fuera capaz de contener adentro todos los cadáveres”, refiere de forma metafórica sobre cómo López Obrador ocultó toda esa corrupción.
Para el periodista todo llegó a su fin cuando López Obrador se “escondió” en su rancho, en Palenque, porque “entonces se agotó la necesidad de guardar las apariencias”.
“Hoy estamos atestiguando el desfile de los excesos. Es una confesión al día: un avión privado, unas vacaciones, un guardarropa, un cuadro, un shopping, una casa, un departamento, un rancho”.
Gerardo Fernández Noroña, Adán Augusto López Hernández, Andrés Manuel López Beltrán, son solo algunos de los protagonistas de los escándalos más sonados de corrupción y de la incongruencia frente a la tan divulgada austeridad republicana; hoy convertidos en símbolos de los excesos y privilegios.