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sábado, junio 7, 2025
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¿Y cómo se combate a la pobreza?….

La pobreza no es un bicho, no es un virus, no es un fenómeno de la naturaleza. La pobreza es el resultado de decisiones políticas tomadas por los gobiernos en las diferentes materias de su competencia, como la vivienda, la educación, el empleo, la salud, la fiscalización de los recursos, entre otros. Mientras haya millones de personas excluidas del contrato social, no hay estadísticas ni declaraciones que valgan. La pobreza extrema, esa que se refleja en un hogar en el que no alcanza para pagar el agua, la luz, LOS ALIMENTOS, es un azote para quienes la sufren. La pobreza no es un asunto menor ni gestionable. La pobreza se combate, porque es un mal que daña severamente a millones de personas. La pobreza se ataca con redistribución, con justicia fiscal, con políticas públicas que nacen de una realidad a la que se le conocen todas las tripas. Se enfrenta con políticas públicas serias, no de las que se implantan nomás para ser popular entre la tropa.

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¿A quién le sirve una economía en crecimiento si hay millones de niños que crecen sin oportunidades? ¿Cómo se puede hablar de progreso si hay generaciones enteras padeciendo el azote de la exclusión? Eso exhibe las fracturas, las goteras del edificio, llamado Estado. Entremos a los datos, por lo que atañe a nuestro país. Según la OCDE, la pobreza ha disminuido significativamente en los últimos años, aunque el crecimiento económico proyectado para 2025 podría ser el más bajo de Latinoamérica. Sí, ha descendido, pero sigue siendo un reto considerable. El Banco Mundial proporciona datos bien interesantes al respecto. Se los transcribo, estimado leyente: En el periodo 2018-2023, México experimentó la mayor disminución de la pobreza en América Latina, con una reducción del 7%. En el primer trimestre de este 2025, la pobreza laboral, que afecta a quienes no tienen ingresos suficientes para cubrir sus necesidades básicas, ha disminuido. Pero sigue habiendo desafíos persistentes en ciertas regiones y grupos de población. Subraya el Informe que la inflación también afecta a los hogares más vulnerables, dificultando la lucha contra la pobreza. La pandemia del COVID-19 tuvo un impacto muy fuerte del que se ha ido saliendo poco a poco, pero no está resuelto.

El Banco Mundial ha recomendado a México implementar políticas sociales más efectivas para luchar contra la pobreza, a saber: 1. Crecimiento rápido e inclusivo, pero para que este se dé hay que cerrar tres brechas sustantivas en la participación económica y la productividad, como son la generación de empleo y oportunidades económicas para las mujeres, de ahí que la promoción de la igualdad de género en el ámbito laboral, es INDISPENSABLE. Asimismo, mejorar las oportunidades económicas y la calidad de vida de la zona rural, especialmente la de aquellos que se dedican a las actividades agrícolas. Y garantizar mejores condiciones para los trabajadores informales por la vía de la inclusión y el apoyo.

Hace hincapié el Informe en comento, de que la pobreza en México no se define sólo en términos monetarios, sino también de una manera multidimensional que incluye carencias sociales en educación, salud, vivienda, seguridad social y alimentaria. Ergo, reducir las carencias en materia de seguridad social es fundamental para bajar de manera más rápida la pobreza extrema. Se requieren reformas en seguridad social, particularmente en salud, para ampliar la cobertura a toda la población. ¿No está fácil verdad? También subraya una tercera área de acción de política pública, vinculada a los fenómenos relacionados con el cabio climático, verbi gratia, huracanes. Aportan estudios que estiman que al menos un tercio de la población mexicana es vulnerable a caer en pobreza debido a estos fenómenos naturales. Y hacen hincapié en que también pueden afectar a la clase media. Proponen entonces, mejorar los servicios de saneamiento, transporte y acceso a servicios financieros, en particular en las zonas rurales. También desarrollar una protección social adaptativa que responda a los crecientes riesgos climáticos a través de mecanismos de aseguramiento y asistencia para hacerles frente antes, durante y después de que ocurran.

Erradicar la pobreza extrema en el corto o mediano plazo es todo un desafío. ¿Se puede? Claro que se puede. Por supuesto que esto demanda una trasformación en el esquema de los cómos. Hay que hacer políticas no nada más “para los pobres” sino “con los pobres”. Y no es romanticismo. Habría que empezar por ponerle punto final al paternalismo institucionalizado y al diseño de políticas a modo, priorizar la democracia participativa, la co-creación de políticas públicas, esas en las que la población afectada interviene, verbi gratia, trabajando, proponiendo, siendo parte activa, en la solución de los daños. Los mejores gobiernos, son aquellos que crean oportunidades para que la gente viva como tal, son los que se ocupan de que la educación que reciben los niños y los jóvenes sea impartida en lugares dignos y por los maestros mejor preparados, son los que garantizan el derecho a la vivienda, a los servicios de salud de primer mundo, donde hay medicamentos y profesionales bien preparados y bien pagados para atender a quienes lo requieran.

La pobreza, y discúlpenme el francés, es una mentada de madre, es una condena a vivir cada día en la desolación interior y exterior, sin más horizontes que los de la precariedad, la ausencia, la falta de cuanto necesita un ser humano para sentirse pleno, feliz y realizado. Y no me estoy refiriendo nada más a lo material, hablo de lo de adentro. Necesitamos políticas públicas que se ocupen de que los mexicanos, TODOS, sin excepción, tengan la certeza de que hay forma de que crezcan y desarrollen sus talentos, y esto va a obrar no solo en bien de su interés como individuos, también a favor de la sociedad de la que son parte.

Hoy día la violencia se ha ido convirtiendo en un azote, no solo invade la esfera de lo familiar, sino también la pública. La presencia del crimen organizado, la manera en que se está extendiendo y apropiando de comunidades enteras, debiera estremecernos. La inseguridad pública es la prueba reina de que un Estado, entendido como hecho político, NO SIRVE, NO ESTÁ CUMPLIENDO CON EL FIN PARA EL QUE FUE CREADO, QUE ES GENERAR BIEN PÚBLICO. Y también exhibe que no hay ciudadanía. ¿Qué vamos a hacer?

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