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‘Te puede ir como en feria’… Usan ‘devoluciones’ de Mercado Libre como ‘sorpresas’ para estafar

En la Feria de León 2025, hay decenas de paquetes de Mercado Libre que despiertan curiosidad, azar y que al mismo tiempo generan desencanto; entre platos de unicel, faldas ochenteras y aspiradoras de plástico, los compradores saben que “les puede ir como en feria” y, aún así, no pueden resistirse al encanto de lo desconocido

En la calle 5 de mayo, entre el bullicio de las compras diarias en tiendas como Del Sol y Coppel, parece haber un denominador común entre las conversaciones: Mercado Libre.

“Te lo compro por Mercado Libre”, decía una empleada a su compañero mientras hacía corte de caja. “Te lo busco en Mercado Libre”, le aseguraba un mecánico a otro mientras caminaba frente a la Catedral.

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La plataforma no solo ha ganado terreno como referencia de comercio digital, sino que su logo amarillo y azul ha trascendido para convertirse en un emblema de confianza… o al menos eso parece.

Por eso, cuando encuentras pilas de bolsas amarillas con el distintivo logo de Mercado Libre en varios locales de la Feria Estatal de León 2025 es inevitable sentir curiosidad.

UN FENÓMENO QUE LLEGÓ “DE FERIA EN FERIA”

La idea no es nueva. Uno de los locatarios, José, asegura que vio estos paquetes por primera vez en la Feria de Colima hace dos años, y más tarde en la de San Luis Potosí. “No son devoluciones como tal. Las devoluciones de Mercado Libre deben ir con una etiqueta. Lo que hacemos aquí es más como una rifa. Es un regalo sorpresa”, explicó.

José defiende su mercancía: los paquetes, según él, tienen un valor igual o mayor al precio que se paga. Pero las advertencias ya estaban en las redes sociales: “No son una buena inversión”, “si tienes 150 pesos, mejor gástatelos en comida”, opinan los usuarios.

Uno de los visitantes a la Feria, a pesar de las recomendaciones, decidió comprobarlo por sí mismo. Compró tres paquetes en distintos locales: uno de 50 pesos, otro de 100 pesos y el más caro, de 200 pesos.

El primer paquete, el de 50 pesos, contenía un plato de unicel para hamburguesas y en su interior, una falda gris extra small, manchada y de un diseño que parecía sacado de los años ochenta más oscuros.

El segundo paquete, de 100 pesos, fue más variado: contenía una chiquibocina genérica, un llavero en forma de lata (que al abrirlo resultaron ser toallitas húmedas) y un juguete armable en una bolsa del tamaño de unas Sabritas amarillas, con un total de 665 piezas tan pequeñas que podrían confundirse con pan molido.

Finalmente, el paquete de 200 pesos contenía un objeto que parecía una aspiradora, pero en realidad era un juguete. No tenía caja, venía con un cable genérico de carga y unas cerdas que apenas servirían para limpiar una migaja. También incluía una plancha de cabello pequeña, de color azul y sin etiquetas. Aunque José aseguraba que el contenido de sus productos justificaba su precio, el visitante no podía evitar sentir lo contrario.

LA CIENCIA DETRÁS DE LA EMOCIÓN

Mientras me acercaba a los botes de basura multicolor de la feria para tirar los empaques, la duda surgió: ¿Por qué seguimos comprando estas cosas, a pesar de las advertencias?

La respuesta puede estar en nuestro cerebro. Según el investigador Wolfram Schultz, el sistema de recompensa del cerebro se activa con la incertidumbre: el simple hecho de no saber qué hay dentro del paquete genera una descarga de dopamina. Este mismo principio opera en los juegos de azar, y es lo que nos hace sentir emoción ante la idea de obtener algo valioso.

Además, está la ilusión de control: aunque sabemos que el contenido de los paquetes es aleatorio, creemos que, al elegir el paquete “correcto”, aumentamos nuestras posibilidades de éxito. Según la psicóloga Ellen Langer, este sesgo cognitivo nos lleva a sobreestimar nuestra capacidad de influir en eventos al azar.

Por último, está el efecto del costo hundido: una vez que invertimos dinero en algo, tendemos a seguir invirtiendo para justificar el gasto inicial. Es decir, si ya compraste un paquete de 50 pesos que resultó decepcionante, es probable que compres otro de 100 o 200 con la esperanza de que esta vez tengas más suerte.

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‘TE PUEDE IR COMO EN FERIA’

La frase parece cobrar vida en esta experiencia. Comprar estos paquetes es un juego de azar en su forma más básica. No hay garantías, no hay devoluciones, solo un montón de objetos cuya utilidad es cuestionable. Pero, al mismo tiempo, hay algo intrigante en la experiencia: el abrir un paquete, no saber qué hay dentro, la emoción de arriesgarnos, y esa pequeña esperanza de encontrar un tesoro en medio del caos.

Al final, ¿valió la pena? Depende. Para quienes buscan contenido para redes sociales o simplemente una historia para contar, quizá la inversión tenga sentido. Pero para quienes esperan algo de verdadero valor, lo más seguro es que terminen con una aspiradora de plástico o una falda gris extra small.

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