
Roma inauguró dos estaciones de metro —una de ellas en las profundidades del Coliseo— que combinan la modernidad del transporte de alta tecnología con artefactos de una era antigua.
Los viajeros y turistas que entran a la estación junto al emblemático anfiteatro pueden ver exhibiciones de jarrones y platos de cerámica, pozos de piedra y cubos suspendidos, así como las ruinas de una piscina de agua fría y un baño termal de una vivienda del siglo I.
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Las pantallas muestran el proceso de excavación, lo que sirve tanto para deleitar a los entusiastas de la arqueología como para justificar por qué ha tardado tanto en abrir la estación.
La multimillonaria línea de metro Metro C se ha estado construyendo durante dos décadas, pero se ha visto frenada por retrasos burocráticos y de financiación y, fundamentalmente, por las excavaciones arqueológicas necesarias, dadas las ruinas subterráneas de civilizaciones imperiales romanas y medievales que se encuentran en su camino.



