La semana anterior comentamos en este espacio cómo la obligación de rendir cuentas es una actividad cuyo verdadero sentido, en términos democráticos, rema en sentido contrario de las pulsiones monárquicas de nuestros gobernantes. Porque, aún cuando en México vivimos en una democracia -imperfecta, desde luego, pero democracia al fin- la nuestra es una habitada por muy pocos demócratas.
Rendir cuentas: no vale solo ir al Congreso de Coahuila
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