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martes, junio 17, 2025
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Las redadas migratorias agravan la crisis de ausentismo escolar

Por Dana Goldstein, Irene Casado Sanchez y Mark Abramson

Cuando el presidente Donald Trump prometió deportaciones masivas, los educadores advirtieron que esas acciones podrían ahuyentar a las familias de la escuela, y afectar tanto a los estudiantes inmigrantes como a los que no son inmigrantes.

Ahora, una nueva investigación aporta pruebas de que las redadas de migración sí parecieron reducir la asistencia escolar. Un estudio de la Universidad de Stanford reveló que los padres mantuvieron a sus hijos fuera de la escuela con mayor frecuencia después de las redadas que impactaron al Valle Central de California durante el invierno.

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Las conclusiones sugieren que las redadas pueden perjudicar el rendimiento de los alumnos y alterar el funcionamiento de los centros escolares, incluso cuando no se producen en el recinto escolar o cerca de él. El estudio, realizado por Thomas Dee, profesor de educación de la Universidad de Stanford, detectó que las ausencias diarias aumentaron un 22 por ciento en las fechas en que se produjeron las redadas.

Esta semana, el gobierno desplegó soldados en Los Ángeles en respuesta a las protestas contra las deportaciones. Las ausencias aumentaron, a pesar de que el distrito trató de tranquilizar a las familias al decirles que las escuelas eran seguras.

El nuevo estudio analizó los datos de asistencia de cinco distritos escolares del sur del Valle Central, que atienden a un total de más de 100.000 niños. Las escuelas públicas no hacen un seguimiento de la situación migratoria. Pero la mayoría de los estudiantes de la región son latinos, muchos de ellos hijos de trabajadores agrícolas con una situación legal incierta. Esos trabajadores ayudan a producir aproximadamente una cuarta parte de los alimentos del país: frutas, verduras, cereales y frutos secos.

Dee examinó los datos de asistencia de tres años. Descubrió un pico inusual de ausencias en enero y febrero, tras la “Operación Devolver al Remitente”, una serie de redadas de migración realizadas por la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos.

Decenas de jornaleros y trabajadores del campo fueron detenidos en un Home Depot, en estacionamientos y en gasolineras.

El operativo sucedió en los últimos días del mandato del presidente Joe Biden. Pero fue vista como una señal del entusiasmo de la agencia de control migratorio por la agenda del presidente Donald Trump. Desde entonces, las redadas de inmigración en California y en todo el país han sido esporádicas, aunque muy publicitadas.

Y el viernes, los funcionarios de inmigración detuvieron las redadas dirigidas contra trabajadores agrícolas, entre otros, después de que el presidente reconociera a principios de semana que las redadas perjudicaban a la industria agrícola.

En el Valle Central, los padres migrantes dijeron que, tras las redadas de enero, temían ser detenidos mientras sus hijos estaban en la escuela y ser deportados sin ellos. En vez de arriesgarse a la separación, algunos padres hicieron que sus hijos se quedaran en casa.

El aumento de las ausencias equivale a que el alumno promedio falte unos 15 días al año, frente a los 12 días que se habían registrado antes, según el artículo de Dee.

Dee calificó los resultados como una advertencia para la educación pública. Si las ausencias siguen siendo elevadas, podrían amenazar el aprendizaje de los alumnos y la salud mental de los niños.

La financiación también está en peligro porque en California se paga a los centros en función de la asistencia de los alumnos.

Es posible que los profesores tengan que ajustar el currículo para satisfacer las necesidades de los alumnos que se han quedado rezagados tras faltar a clases. Los orientadores escolares y los trabajadores sociales ya dedican más horas a localizar a los niños desaparecidos y a tratar su ansiedad ante la deportación, según los educadores de la región.

El nuevo estudio se hace eco de investigaciones anteriores que descubrieron que, durante los gobiernos de los presidentes Trump, Biden y Barack Obama, las redadas de inmigración provocaron una disminución de la asistencia de los alumnos a las escuelas cercanas.

Muchos inmigrantes del Valle Central dijeron que, aunque el temor a la deportación siempre los había perseguido, la ansiedad nunca había sido tan grande. Esta se ve impulsada por la agenda y la retórica agresivas de Trump, así como por las historias de separación familiar y de niños ubicados en hogares de acogida, a menudo compartidas a través de las redes sociales.

Un padre mexicano de Fresno, con dos niños en edad escolar, de 14 y 6 años, dijo que la deportación junto con su esposa e hijos significaría perder sus posesiones, su patrimonio y su trabajo como mecánico. En California, él y su esposa, quien es trabajadora agrícola, habían construido una vida con mucho esfuerzo.

El hombre dijo que, aunque perder esa vida sería difícil, la deportación sin sus hijos era sencillamente impensable.

Como otros padres migrantes, el hombre pidió mantener su anonimato debido a su incierta situación legal.

Ha suprimido muchos de los viajes no esenciales de su familia fuera de casa, pero ha seguido enviando a sus hijos a la escuela.

Muchos otros no lo han hecho.

Una madre mexicana de Fresno temía tanto ser deportada si salía de casa que le pagó a otra persona para que llevara a su hija a la escuela. También pidió que no se utilizara su nombre.

Con el tiempo volvió a llevar a su hija y notó un cambio en las puertas de la escuela. Había menos niños haciendo fila para entrar en el edificio. Media decena de familias que solía ver a la entrada al colegio ya no estaban allí.

En una declaración escrita en respuesta a los resultados de la investigación, Abigail Jackson, vocera de la Casa Blanca, dijo: “La inmigración ilegal es increíblemente perjudicial para todos los estadounidenses, incluidas las familias, los estudiantes y los profesores. El gobierno de Trump no se disculpará por hacer cumplir la ley y restablecer el orden en las comunidades estadounidenses”.

El aumento del ausentismo escolar se produce mientras los educadores siguen haciendo frente a una crisis preexistente de ausentismo crónico, causada por la pandemia de COVID-19.

En Fresno Unified, el mayor distrito escolar de la región, la superintendenta Misty Her realiza varias visitas a domicilio a la semana, y trata de hablar con las familias cuyos hijos han dejado de ir a la escuela.

Dijo que su objetivo no es avergonzarlas, sino comprender por qué los niños no acuden a las instituciones educativas y ofrecerles ayuda.

Afirmó que, en el pasado, muchos trabajadores agrícolas estacionales se trasladaban a trabajar al campo durante las cosechas y dejaban a sus hijos en la ciudad con familiares o amigos, para que pudieran seguir asistiendo a la escuela.

Ahora, los padres llevan a sus hijos pequeños con ellos, porque temen ser deportados sin ellos.

Aunque intenta convencer a los padres de que vuelvan a mandar a sus hijos a las aulas, también ofrece la opción de matricular a los alumnos en la academia virtual del distrito escolar.

“Les proporcionamos su computadora portátil y un punto de acceso para que puedan seguir en línea”, dijo, y señaló que, para algunos alumnos, esa rutina funcionó bien durante el cierre de las escuelas por la pandemia.

Dijo que ella y su personal habían seguido de cerca el aumento de las ausencias señalado en el estudio de Dee. Los niños más pequeños han sido más propensos a faltar a clase que los mayores, según la investigación, lo que encaja con un patrón en el que los padres indocumentados mantienen en casa a sus hijos más vulnerables por miedo a la separación.

Antes de las redadas de migración de enero, la asistencia escolar en el Valle Central había mejorado, según el análisis de Dee. Pero la ansiedad por la deportación hizo que algunas familias migrantes volvieran a tener una existencia enclaustrada, similar a la de la pandemia.

Las redadas de inmigración “pueden crear esencialmente lo que descubrimos en la covid: esta generación de estudiantes que tienen una experiencia diferente con la escolarización”, dijo Jacob Kirksey, profesor de educación de la Universidad Tecnológica de Texas, quien ha estudiado cómo las detenciones de inmigrantes aumentan las ausencias y disminuyen el rendimiento de los estudiantes.

Kirksey argumentó que los legisladores deberían ser cautos a la hora de orientar a las familias temerosas hacia el aprendizaje virtual.

“Los niños aprenden mejor en persona”, dijo, y advirtió sobre una mayor relajación de las expectativas de que los estudiantes acudan a la escuela todos los días.

Kirksey dijo que la metodología del estudio de Dee era sólida. También sugirió que podría fomentar un cambio de políticas.

Como la aplicación de las leyes de inmigración está fuera del control de los sistemas escolares, los estados podrían considerar limitar la práctica de vincular la financiación escolar a la asistencia, dijo, y podrían considerar las redadas como acontecimientos más parecidos a catástrofes naturales, que suscitan financiación y apoyo adicionales.

Es posible que algunos de los niños ausentes nunca regresen a la escuela, porque sus familias pueden haber abandonado el país voluntariamente, que es la intención declarada de la agenda de inmigración de Trump.

Nereida Galvez trabaja en una organización sin fines de lucro de Fresno que apoya a inmigrantes de comunidades indígenas mexicanas. Estuvo en contacto con una familia que decidió abandonar Estados Unidos.

“Tenían miedo de que sus hijos se quedaran solos”, dijo, “así que decidieron llevarse a sus hijos con ellos”.

c. 2025 The New York Times Company

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