Colonización de Texas.
Por Horacio Domínguez Lara.

En enero de 1821 en plena guerra de independencia, el virrey de la Nueva España Juan Ruiz de Apodaca autoriza al americano Moisés Austin que 200 familias procedentes de Tennessee, Misisipi y Luisiana vinieran a colonizar el territorio de Texas o Nuevas Filipinas con el compromiso de: salvaguardar al rey de España, profesar la religión católica, tener buenas costumbres y respetar la constitución de Cádiz de 1812. Al morir Austin en junio de 1821 y declararse la independencia de México en septiembre del mismo año, su hijo Esteban continua con la labor de su padre, acude al emperador Agustín de Iturbide quien decreta nuevas colonias texanas con facultadas para contar con tropas militares, grupos políticos y una posible república similar a la norteamericana.
El estado de Coahuila y Texas
Instalado el Congreso Constituyente Federal en noviembre de 1823 para elaborar el Acta Constitutiva de la Federación de los Estados Unidos Mexicanos, concluida el 31 de enero de 1824. El 7 de mayo de 1824 se emite el decreto 403, para erigir el estado de Coahuila y Texas e iniciar la elaboración de su propia constitución por una legislación conformada por 11 diputados; cinco elegidos por los electores de Coahuila, cinco nombrados por diputados elegidos y uno de la junta electoral de Texas, desde la integración se presentan varios conflictos; primero la mínima representación de Texas, preferir la sede en Leona Vicario (hoy Saltillo) en lugar de Monclova había sido el origen, desarrollo económico y centro político de las dos provincias. El 15 de agosto de 1824 inician los trabajos de la asamblea constituyente del estado con tan solo 6 diputados. Las labores legislativas se alargan hasta el 11 de marzo de 1827 en que se aprueba la constitución del Estado. Su demora es ocasionada por; pleitos entre grupos de poder de Monclova y Saltillo, , reuniones incompletas, leyes electorales y de colonización no compatibles con la federal y sobre pugnas entre federalistas y centralistas
Texas no está en venta.
Desde 1829 Joel Roberts Poinsett ministro de los Estados Unidos en México presenta al gobierno de Vicente Guerrero una propuesta para la compra de Tejas por cinco millones de pesos o en su caso un préstamo por diez millones, poniendo al territorio texano en garantía. J. R. Poinsett al no lograr su objetivo de compra, facilita recursos materiales y armamento a los residentes norteamericanos del norte de Texas, lugar de los primeros movimientos separatistas de Texas en 1832.
Si bien los primeros colonos texanos trajeron avances de movilidad (caminos y puentes), industria (agricultura y molinera) y seguridad al territorio, la poca atención del gobierno federal y estatal en cuestiones de inversiones y judiciales en 1833 detona una convención pacífica y más tarde un enfado generalizado en las comunidades más alejadas de la capital Leona Vicario (Saltillo), por lo que el presidente Antonio López de Santa Anna decide se traslade la capital a Monclova, indignando al grupo saltillero quienes no tenían el menor reparo en señalar: “Nada, que se pierda Texas con tal que el Saltillo sea la capital del Estado”.
La ruta de Santana a Texas.
A mediados de 1835 Santa Anna es informado en su hacienda de Manga de Clavo en Veracruz de las insurrecciones en Texas y de inmediato ordena una cruzada en contra los texanos con toda la fuerza militar, establece para su concentración la ciudad de San Luis Potosí. Con grandes dificultades económicas y de organización militar se instala en San Luis Potosí el 5 de diciembre de 1835, logrando integrar un ejército de cerca de 8,000 hombres, la mayoría sin experiencia militar, con poco suministro de alimentos (galletas, pinole y carne seca) y por marchar bajo condiciones climáticas extremas por 400 leguas, deja San Luis Potosí para continuar su ruta hacia Leona Vicario (Saltillo, Coah.) llegando el 7 de enero de 1836 donde es recibido con honores, ahí permanece por cerca de mes, rediseñando la estrategia del avance del disminuido ejército de 5,000 hombres, debido a las dificultades como: intenso frío y nevadas, falta de pastos para los caballos, escasez de víveres y alojamiento, enfermedades respiratorias, falta de hospital ambulante , medicinas y asistencia de médicos.

En Leona Vicario, soldados conocedores de los caminos para llegar a San Antonio de Béxar, aconsejan a Santa Anna otras alternativas, pero la fatal obstinación del general elige la peor ruta de Monclova – Rio Grande (hoy Guerrero, Coah)- Béxar. Al mismo tiempo da instrucciones al gobernador Rafael Ecay y Muzquiz que consiga en Monclova los recursos necesarios como: dinero, carretas, caballos (500), bizcochos (4,000 arrobas), reses, arroz, frijol, sal, chile, mulas, etc., antes de su llegada a esa ciudad. Las brigadas de infantería y caballería se adelantan a Monclova habiendo numerosas bajas por: deserciones, enfermedades (disentería y ampollas), falta de medicinas, mulas de carga extraviadas o robadas por aquellos que les habían embargado. Santa Ana llega el 4 de febrero de 1836 a Monclova, donde vecinos de la ciudad y de San Buenaventura apoyan para abastecer los víveres solicitados por el gobernador.
Llegada a Texas y masacre en el Álamo.
La avanzada militar recorre con muchos apuros las 78 leguas (326 km) llegando a la villa de Río Grande el 12 de febrero de 1836 y cruzar el río Bravo el 16 de febrero con tan solo 2,000 soldados y finalmente marchar 67 leguas (280 km) y llegar a las cercanías de San Antonio Béjar la tarde del 23 de febrero. Se reconoce las inmediaciones del Fuerte de El Álamo donde se encontraban los rebeldes texanos, se apostan 2 batería de cañones para iniciar el asedio el 25 de febrero de 1836 bajo el mando de Santa Anna quien ordena el fuego. Después de diez días de sitio en el Álamo, al amanecer del 6 de marzo de 1836 dos mil soldados atacan y trepan los muros, para hacer prisioneros a los 186 rebeldes que se encontraban en su interior y en un acto dictatorial Santa Anna ordena:
¡Maten a todos los prisioneros y quémenlos!,. Masacre consumada frente a sus familias y niños. Ejecución que la historia, texanos y norteamericanos inmortalizan con la frase ¡Remember the Alamo!