
Esta semana ha sido la peor que ha vivido la presidenta Claudia Sheinbaum en materia de seguridad. No porque hayan sucedido eventos de envergadura mayor a los que ha venido arrastrando durante todo su sexenio, sino porque dos acontecimientos de alto impacto marcarán a su gobierno: el asesinato del alcalde de Uruapan, Carlos Manzo, y la forma como una persona pudo acercarse tanto a la Presidenta que se convirtió en acoso y tocamientos inaceptables, como mujer y por su investidura. Ambos mostraron huecos y fallas en su estrategia de seguridad.



