Antonio Guerrero Aguilar/ Becario PECDA Nuevo León 2023-2024
Literalmente en su etimología latina significa “lo mismo”. Actualmente se refiere a un conjunto de realidades que provocan un sentido de pertenencia en un grupo social, con el cual se comparten rasgos culturales. Se crea en el plano individual y se recrea en el ámbito colectivo y se enriquece de influencias exteriores.
El valorar, restaurar y proteger el patrimonio cultural, es un indicador claro de la recuperación, reinvención y definición de la identidad cultural. Especialmente en este proceso globalizador donde nuestro mercado nacional se inunda de productos extranjeros. Nos sale lo malinchista: preferimos lo otro a lo propio. Pensamos que lo hecho en México es marca “chafamex”. De igual forma, los medios de comunicación, imprimen, impactan y transforman los hábitos, costumbres y forma de ser del mexicano. De igual forma, buscamos soluciones exitosas en otras latitudes, pero que rara vez se pueden aplicar por nuestro contexto y ámbito cultural.
La Identidad Cultural se analiza desde varias perspectivas, como la antropológica y la sociológica, incluso de la semiótica. Se manifiesta desde la crónica, la literatura y la historia. Surge por diferenciación y reafirmación frente a lo otro. Aunque trasciende fronteras, está unida a un territorio. No existe sin la memoria, sin la capacidad de reconocer el pasado, sin elementos simbólicos o referentes que le son propios y que nos ayudan a construir el futuro.
Para muchos, la historia está entre la memoria individual y la colectiva. Porque nadie puede vivir sin recordar y sin recuerdos, formando su identidad cultural y la toma de conciencia de nuestros valores. Al olvidar, deteriorar y destruir un monumento, negamos la historia como la identidad de un grupo. Porque lo que distingue a un pueblo, es el patrimonio que se ha realizado y acumulado en el tiempo.
Se refleja en la forma de hablar, en las relaciones sociales, en los ritos y ceremonias propias, en los comportamientos colectivos, sistemas de valores y creencias. Son cosas de la vida cotidiana como la comida, las fiestas, los rituales, las tradiciones, las costumbres, la música, la danza, la sabiduría popular. Regularmente conlleva a una realidad anónima, pero que representa a todos los que habitan una comunidad determinada, a un grupo de referencia.
Cuando la identidad se comparte, se convierte en imaginario social, entendidas como representaciones colectivas que rigen los sistemas de identificación y de integración social, y que hacen visibles como tangibles y concretas, los elementos que se integran en la invisibilidad social.
La identidad cultural en el plano externo
Como se advierte, la IC es un concepto que evoluciona, lo cual nos lleva a relacionar la cultura con el paisaje y la extensión territorial. Entonces se forma un eje con tres componentes: cultura, identidad y patrimonio tangible como intangible.
¿Cómo se configura la identidad como el patrimonio? A través de una interacción entre la sociedad y la autoridad. Ambas establecen los elementos que se quieren valorar y que se asumen como propios y se convierten en referencias de la identidad cultural.
Es cuando se reconocen en el entorno físico y social de manera constante y continua. Por eso el patrimonio y la Identidad Cultural son realidades vivas como cambiantes, modificadas para su disfrute y beneficio particular como comunitario. Por eso no se le puede separar de la historia de un lugar.
El desarrollo territorial, como revalorización de lo cultural, como algo propio. Considera al patrimonio cultural como eje de desarrollo. Es la representación viva del patrimonio que nos habla de tiempos pretéritos y que nos dice que el pasado aún está vivo. Por eso se refleja en la reconstrucción de identidades locales.
Para que generen desarrollo territorial, es necesario una voluntad colectiva, derivadas de la política comunitaria, social, empresarial y un reconocimiento del pasado. Como se advierte, la identidad cultural de una región como de un país, tienen que ver con símbolos, signos, monumentos.
También incide en lo ecológico, relación con el medio ambiente y la calidad del entorno físico, como posibilidad de conocer la historia natural y su interacción con el ser humano y las comunidades, que dan origen a las artes y a la sabiduría popular.
Recordemos que el patrimonio no es sinónimo de museos, objetos sin vida y monumentos que por ser tangibles, se pueden ver en espacios o depósitos. La identidad cultural, en cambio, se puede ver en todos los ámbitos porque está viva y presente. Sin ella no se puede dar el verdadero desarrollo, porque es la expresión de su origen, de su estilo particular de vida y desarrollo que ha tenido a lo largo del tiempo, que también expresa la transformación o decadencia, en cuanto síntesis de su cultura y de su historia.
Los monumentos (del latín monere, recordar), son testimonios que representan hechos históricos, etapas destacadas en el desarrollo humano. En el siglo XVIII las colecciones particulares se pasan a formar museos nacionales. Ya en el siglo XIX se hacen inventarios, catálogos, teorías de cuidado y restauración y conservación, los museos públicos, iniciando así la diferenciación entre lo histórico y lo artístico, lo primero en patrimonio y lo segundo en patrimonio cultural.
De acuerdo a la UNESCO, todo alimenta la identidad cultural. Desde el patrimonio material como centros históricos, paisajes, complejos arqueológicos, monumentos, obras arquitectónicas que tengan un valor universal como casas, obras de arte, cavernas, zonas arqueológicas. Los bienes culturales como objetos y utensilios.
El patrimonio oral, se define como las creaciones de una comunidad cultural fundada en tradiciones expresadas por individuos que responden a expectativas de grupo, como expresión de la identidad cultural y social, además de los valores trasmitidos oralmente.
Aquí están las lenguas originales, literatura, música, danza, juegos, metodologías, ritos, costumbres, conocimientos ancestrales, formas de construcción y uso de materiales y la manufactura de artesanías. Son competencia y creatividades heredadas y que aún continúan haciéndose, con usos y representaciones.
Las tradiciones y expresiones orales, usos costumbres y fiestas, conocimientos ancestrales, técnicas artesanales. Cuando lo inmaterial se resguarda y se protege, se convierte en patrimonio tangible.
Nos ayuda revalorar lo perdido, quitar apatías, lograr la cohesión social, provocar cambios económicos para bien y reactiva los sectores primarios, secundarios como terciarios, los cuales quedan integrados a partir de la propia historia.
Hablamos de varios tipos de identidad, que son reconocidos en otros ámbitos, con símbolos y signos ligados al pasado. También irrumpe en el medio ambiente, en la relación de la casa con el entorno físicos, como posibilidad de conocer la historia, lo natural y geográfico, con el patrimonio humano y cultural.
Aquello que nos hace propios como referentes
Para identificar los componentes que nos hacen sentirnos únicos como distintos representantes respecto a una alteridad y a otras realidades, se requiere seleccionar cada uno de los elementos que nos distinguen. En primera instancia, nos lleva a pensar que la cultura en cuanto manifestación humana. Está en contacto con otras realidades como lo son, el ámbito económico, el antropológico-social y el patrimonial. El primero nos lleva a reconocer que las sociedades se mueven por el consumo y la producción. Todo lo que está en juego, tiene rasgos culturales que se reflejan en la forma de ser y de relacionarse con otros. Es cuando la iniciativa privada, se convierte en empresa cultural.
La antropología social, tienen a la cultura como el elemento que da cohesión y genera sentimientos de autoestima, pertenencia, creatividad y memoria histórica.
Como “homo faber” (hombre que produce), se hacen obras y herramientas que conforman un patrimonio y para regular las acciones, se hacen políticas orientadas al cuidado, protección, proyección y hasta restauración para darle un sentido justo al valor y al uso social, ya sea para el disfrute personal, social o turístico.
Lo personal se hace humano, luego social para irrumpir en un territorio. Lo profundo se liga a lo geográfico y visible. Cada rasgo propio, como materiales, formas, edificios y monumentos públicos, se reconocen como propios, únicos y hasta se hacen representativos en lo regional como en lo internacional, sin afán de convertirlo en una mercancía y objeto con valor comercial.
Se trata de un proceso en el cual se le da un valor especial a un territorio, a partir de un producto, que genera prácticas concretas que nos llevan a otros usos, donde lo tradicional original se mantiene con los recursos propios.
Entonces, lo patrimonial puede ser tangible como intangible, lo que se puede ver y tocar y lo que permanece en el imaginario colectivo y que por estar en cada conciencia, puede desaparecer debido al olvido.
Cordialmente
Alios vidi ventos aliasque procellas