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Janine Otálora y Rubén Moreira, polvos de viejos lodos

Alfredo Reyes

Rubén Moreira hizo fama de ser “mapache” electoral, experto en fraude comicial y compra de votos, recuerde usted Zacatecas. Y la última hazaña festejada por Moreira y su pandilla la vimos cuando el propio Rubén, Carolina Viggiano, Miguel Riquelme y Rigo Fuentes festejaron la reelección inédita a la presidencia del PRI del rocambolesco Alejandro Moreno, alias “Alito”, en plena rapiña sobre los restos de ese partido que fue una gran institución.

La impagable deuda financiera de Coahuila es producto de esa alquimia electoral, del nepotismo de los Moreira, de Rubén y la miseria humana que impuso como paradigma de la burocracia estatal.

No es de cuestionar el triunfo electoral de Humberto Moreira que ganó de manera contundente la gubernatura el 25 de septiembre del 2005. Venció el “hijo del pueblo”, un normalista, hijo de maestros, querido y carismático como el que más. No su hermano Rubén, una aberración que nos heredó Humberto, un personaje mala saña, resentido y vengativo.

Y además de que aún tenemos que padecer a los hermanos Carlos y Álvaro Moreira, Rubén nos impuso una piorrea burocrática despreciable y abyecta como María Esther Monsiváis, que colgó enorme placa de bronce en su oficina divinizando al gobernador; “Rubén, gracias por existir”. Y ni qué decir de Víctor Zamora, rústico “cargamaletines” que se ostentaba como un animal político aristotélico, alter ego de Rubén, que lo entronizó a todos los puestos de poder pero que aún nos revuelve el estómago recordarlo con el dedo índice en posición admonitoria calumniando a periodistas de Coahuila siendo secretario de Gobierno, y que pese a su miseria intelectual fue además, por capricho de Rubén, diputado, secretario de Finanzas, del Trabajo, de Educación, el único en la historia que exhibía su pistola en el escritorio de la SEP. Recordar a la Marucha y al Víctor nos provoca esa sensación de nausea que precede al vómito, al igual que Rubén, por supuesto.

A la malaventura de haber soportado el gobierno atrabiliario de Rubén Moreira tuvimos que sufrir otro golpe electoral con la imposición del porro Miguel Riquelme, personaje odiado en la Laguna cuyo único mérito fue fungir como alcahuete entre Carolina y Rubén y que a punto estuvo de no ser gobernador por el rebase de gastos de campaña calificado por el INE, una impugnación que escaló hasta el Tribunal Electoral Federal cuyos magistrados encabezados por Janine Otálora dilataron mañosamente el proceso mientras atendían los jugosos cabildeos de los enviados maleteros de Rubén.

Y después de medio año de injustificado retraso, el tribunal de Janine Otálora por fin dictaminó el triunfo de Riquelme anulando al INE, en una decisión muy polémica y que antecedió a la defenestración de Janine de la presidencia del TRIFE por los demás magistrados. Basta decir que Rubén le tiene tomada la medida a doña Janine y ya veremos cómo valida las tracaladas de Alito y Carolina. Puro lodo de aquellos polvos, aunque Janine ya no sea la presidenta del TRIFE.

Ripio

Por cierto, hablando de la gente de Rubén Moreira, hay que citar al convulsivo doctor “patito” Alfonso Yáñez “Charreola”, el peor director en la historia de la Facultad de Jurisprudencia, empecinado en la rectoría que quiere entregar a Rubén, al respecto, preguntamos: ¿Hasta cuándo el fiscal Anticorrupción, Jesús H. Flores Mier, abordará el fraude de 15 millones en esa facultad de la UAdeC? Con razón Rubén se opone a la prisión preventiva oficiosa ¡Cárcel para “Charreola”!

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