El gobierno de Coahuila y el Ayuntamiento de Torreón quieren construir un paso deprimido que involucra talar 97 árboles en una ciudad donde hay apenas 4.15 metros cuadrados de áreas verdes por habitante, una tercera parte de lo que recomienda ONU-Hábitat y donde se estima que en 30 años va a incrementar 4 grados la temperatura.
Esta decisión ha sumado voces de ciudadanos que rechazan la obra y especialistas que advierten que se agravará la desertificación y la creación de islas de calor.
La construcción del desnivel, que se proyecta tenga una inversión de 300 millones de pesos, tiene como objetivo mejorar el flujo vehicular en la intersección de las avenidas Independencia y la calzada Abastos.
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Para eso, el proyecto contempla la destrucción de una parte del camellón central del bulevar Independencia, la principal vialidad de la ciudad, y desaparecer del lugar fresnos americanos, mezquites, lágrimas de San Pedro o buganvilias, entre otras especies.
Pero la gente no quiere más asfalto y diversos grupos se han manifestado en el lugar para tratar de impedir la tala de los árboles. Otros han creado peticiones en plataformas como Change.org para levantar firmas que exijan el respeto al poco patrimonio ecológico de la ciudad.
Kenia Reyes, bióloga con maestría en Ciencias, señala que el efecto inmediato con la tala de árboles es que se va a percibir más calor, sobre todo para los peatones, pues, además, considera que al realizar esta obra se va a despojar del espacio público a la población que no va a poder transitar.
Es decir, para la especialista se trata de un asunto de justicia social, pues la afectación no es igual para todas las personas, sino que se basa en la generación de desigualdades entre los efectos que ocasionan.
Menciona que hay estimaciones y proyecciones climáticas que sitúan a Torreón con un aumento de 2.6 a 4 grados de temperatura en 30 años. ‘Estamos en un punto muy importante para pensar qué ciudades queremos habitar’, reflexiona.
Kenia Reyes agrega que, al estar en una zona árida, estas son susceptibles a la erosión y por ende al cambio climático, pues acelera los procesos de desertificación.
Además, refiere que la diferencia de un lugar con árboles a un lugar sin árboles es muchísima, e inclusive puede ser incluso de 5 o 6 grados de diferencia.
Miguel Ángel Garza, biólogo y coordinador de la maestría en Gestión Ambiental en la facultad de Ciencias Biológicas de la Universidad Juárez del Estado de Durango (UJED), comenta que existen recomendaciones de áreas verdes de al menos 400 metros cuadrados, estadística que solo el 35% de la población tiene acceso a ellas, y esta cifra podría ser menor debido a la privatización y segregación de espacios, explica.
Dice que, además, de los cuatro municipios de la zona metropolitana de La Laguna, únicamente el 3% de la ciudad tiene cobertura arbórea, según imágenes satelitales y algoritmos de inteligencia artificial.
La bióloga Kenia Reyes añade que los árboles ayudan a regular la temperatura, incluso a disminuir el ruido. Además, donde hay vegetación, la infiltración de agua es muchísimo mayor que en los lugares donde está cimentado con concreto.
OMISIONES AL REGLAMENTO
El reglamento de la Ley del Equilibrio Ecológico y la Protección al Ambiente del Estado de Coahuila de Zaragoza establece la necesidad de un estudio de impacto ambiental, un informe preventivo del mismo o una solicitud de no aplicabilidad en caso necesario.
El biólogo Miguel Ángel Garza menciona que debieron presentar un estudio tanto por la superficie como por el impacto.
‘Son más de 2 hectáreas lo que se va a trabajar y el impacto es significativo. Yo por medio de transparencia solicité a la secretaría de Medio Ambiente cualquiera de los tres documentos y la autorización. Se supone que con esa autorización llegaron al municipio y dijeron ‘permíteme talar’. No me proporcionó nada. Cuando se supone que ya autorizaron porque ya están trabajando. Dónde está la información que concluya que el árbol lo tenemos que quitar porque tiene plaga’, cuestiona.
Lo que hay es el informe preventivo ambiental, el cual establece lógicas como que la obra ayudará a mejorar la ‘fluidez vehicular, lo que se traducirá en ahorro de combustible y, en consecuencia, en una menor emisión de gases contaminantes’.
Ambientalistas han criticado esta lógica, pues bajo esa premisa, se privilegiará el uso del coche y habrá más automóviles circulando, y por ende más contaminación.
‘En el medio ambiente todo está ligado, y en pleno desierto el cemento aumenta los niveles de calor. Todo esto va a aumentar el uso de automóvil, y el mayor uso de vehículo se traduce en más cantidades de dióxido de carbono con menos agua. ¿Cuándo se consulta a la ciudadanía?’, cuestiona el ambientalista Rafael Zuno.
Óscar Soto, presidente del Colegio Metropolitano de Arquitectos del Norte, considera que el proyecto es factible para “aliviar” el tráfico, pero refiere que se tienen que revisar los aforos vehiculares, y el acceso al ciclista y peatón, pues recalca que normalmente se deja de lado.
Señala que soluciones pasadas han sido insuficientes debido al crecimiento descontrolado del parque vehicular y el desarrollo urbano.
El propio Plan Municipal de Desarrollo 2025-2027 de Torreón, dice que el ‘crecimiento acelerado de la cantidad de vehículos que circulan se ha incrementado en un 242% en la última década, lo que ha generado una mayor demanda en la infraestructura vial, evidenciando deficiencias en la movilidad’.
‘La obra nos pareció oportuna, sobre todo con el crecimiento hacia el norte de la ciudad. Porque la ciudad solamente tiene opción para crecer hacia el norte’, comenta el arquitecto.
NO ES SOLO UN ÁRBOL
El biólogo Miguel Ángel Garza lamenta que las autoridades vean el asunto únicamente como un árbol, sin que haya una valoración de los beneficios.
Además, la bióloga Kenia Reyes critica que el estudio ambiental no cuantifica la pérdida de los servicios ecosistémicos debido a la remoción de árboles, como el carbono almacenado que se liberará a la atmósfera.
El informe indica también que el área del proyecto carece de hábitats propicios para el desarrollo de especies de fauna nativa, lo cual niegan los especialistas. Kenia Reyes señala que es prácticamente imposible que no se haya visto fauna, pues afirma que los árboles son refugio y alimentación de distintas especies, desde aves hasta insectos.
Asegura que tendrá un efecto en el desplazamiento de las especies, principalmente las aves que llegan a los lugares. Cada tarde, cientos de aves se miran que vuelan y usan los árboles como descanso.
El biólogo Miguel Ángel Garza asegura que ese informe preventivo, si se usó para autorizar la tala de los árboles, carece de muchas cosas.
‘Se omite presencia de fauna. No hay evidencia de lo que se ha comentado sobre árboles enfermos, con plagas, secos’.
En un inicio, las autoridades informaron que 51 árboles se iban a trasplantar y el resto a talar derivado de plagas y enfermedades, pero ante las presiones, el alcalde de Torreón, Román Alberto Cepeda, dijo que se iba a trasplantar en su totalidad.
Sin embargo, el biólogo afirma que el trasplante de árbol no es una labor sencilla; requiere meses y equipo especializado, tanto humano como maquinaria que, asegura, no ha visto en la región.
Otro punto es que las autoridades han informado que se va a aplicar una política de compensación de 10 árboles por cada árbol que se tale, pero el biólogo Garza critica que esa cantidad es la más baja que señala el reglamento y además no proporcionarán los mismos servicios que tiene el árbol maduro.
Según el reglamento de Desarrollo Sustentable y Protección al Ambiente de Torreón, cuando se autorice una tala, la compensación será de entre 5 y 50 árboles.
‘Debería irse a lo más alto que pide el reglamento’, critica el biólogo. Sobre las protestas de ciudadanos y ambientalistas, el presidente del Colegio Metropolitano de Arquitectos del Norte enfatiza que las obras deben ser incluyentes y tomar en cuenta a las diferentes voces, aunque considera que generalmente los cambios se hacen para la mayoría.
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‘Siempre va a haber alguien que no le convenga, pero en este caso sí es muy importante cuidar todo este tipo de vegetación que hace mucha falta aquí en la Laguna’.
Miguel Garza calcula que, algunos árboles que serán talados tienen entre 40 y 50 años de antigüedad.