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El mundo al revés

A la Bascula

Julián Parra Ibarra

En días recientes el periodista Pascal Beltrán del Río –director del periódico Excélsior- narró en su columna ‘Bitácora del director’, que hace 32 años –marzo de 1992- viajó como reportero a nuestra frontera sur, donde colindan Chiapas y Guatemala, para dar cobertura al éxodo de chapines hacia nuestro país, huyendo de la violencia que por cerca de tres décadas se había desatado en el país centroamericano. El conflicto armado entre la guerrilla y el ejército había dejado a más de 40 mil refugiados en el territorio mexicano.

“Los enfrentamientos entre soldados e insurrectos, así como las masacres perpetradas por paramilitares en áreas rurales indígenas habían dejado decenas de miles de muertos. Pueblos completos —de los departamentos de Huehuetenango, San Marcos y El Quiché, colindantes con México— habían cruzado la frontera y vivían en Chiapas y Campeche, en campamentos precarios”, escribió Beltrán del Río.

Tristemente, los papeles se han invertido. El columnista de Excélsior menciona que, en las semanas y días recientes, centenares de mexicanos habitantes de municipios como Motozintla, Frontera Comalapa, Amatenango, en el estado de Chiapas, huyeron rumbo a Guatemala tratando de protegerse de la guerra que los grupos del crimen organizado han desatado en aquel estado del sureste mexicano. Y apenas hace un día, otros alrededor de 400 habitantes de Chicomuselo hicieron lo mismo, luego de que su comunidad fue atacada con drones.

Eso, en la frontera sur de nuestro país. Pero en el norte no se cantan tan mal las rancheras: Julio César Almanza, presidente de la Cámara de Comercio de Matamoros, en Tamaulipas fue asesinado a balazos el pasado martes, mientras se encontraba a bordo de su camioneta. La causa fue haber denunciado las extorsiones de las que sus agremiados venían siendo objeto por parte de los grupos de la delincuencia organizada, lo que provocó que el viernes pasado la cadena comercial Oxxo decidiera cerrar todas sus tiendas en Nuevo Laredo (191) así como siete estaciones de servicio (gasolineras).

Al paro, se han sumado otras grandes tiendas como Chedraui, Smart y Coppel, entre otras. La respuesta del gobernador morenista tamaulipeco, Américo Villarreal es vergonzosa: ante su falta de capacidad y responsabilidad sugirió que el Grupo Femsa, propietaria de las tiendas y estaciones de servicio Oxxo, contraten seguridad privada.

“Los empresarios somos rehenes de las bandas delincuenciales y el cobro de piso se ha convertido prácticamente en un deporte nacional”, habría dicho el empresario Julio César Almanza en su última entrevista antes de que las balas cegaran su vida.

Algo muy similar ocurrió la primera semana de julio a Minerva Pérez Castro, presidenta de la Cámara Pesquera de Baja California, quien denunció ante los medios de comunicación que su gremio venía padeciendo extorsiones de grupos delincuenciales, además de la pesca ilegal. “Venden los productos en los mismos mercados, pero ellos se ahorran los costes de producción. Necesitamos más vigilancia en las costas”, habría dicho a los periodistas locales, lo que fue motivo suficiente para que horas después en las afueras de sus oficinas, fuera acribillada.

Es son apenas botones de muestra del México rojo, sangriento e incendiado que dejará Andrés Manuel López Obrador, y que son muestra contundente de su fracasada política de ‘abrazos, no balazos’ con la que solo él creyó que podría cumplir su promesa de campaña de pacificar el país porque si los delincuentes no entendían los iba a acusar con sus abuelitas. A cambio, dejará una escalofriante cifra de muertes violentas que al fin de su sexenio andará rondando las 200 mil, la cifra más alta de los últimos 30 años, quizá sólo comparable con la época revolucionaria.

Pero Chiapas, Tamaulipas y Baja California Norte son apenas botones de muestra, porque igual podemos hablar de Guanajuato, Michoacán, Veracruz, Zacatecas, Jalisco, Quintana Roo, Sonora, Sinaloa, y hasta estados tradicionalmente pacíficos como Colima, sumidos ahora por la violencia en las luchas de los cárteles.

Todos los casos resultan trágicos, pero lo que es verdaderamente vergonzoso es lo de nuestros hermanos chiapanecos, que han invertido los papeles y ahora son ellos los que huyen de México aterrados por la violencia, buscando refugio en Guatemala, país que ha reforzado su frontera norte con militares, policías, y hasta ‘kaibiles’ tratando de sellarla para evitar el ingreso de los sicarios de los grupos delincuenciales mexicanos.

El mundo al revés.

También vergonzosa, lastimosa la posición del gobierno de López Obrador: que esos son problemas entre grupos de la delincuencia que se disputan la plaza, pero que eso no es nuevo, ya viene de mucho tiempo atrás ¡Y luego? Si es lo sabe el hombre mejor informado de México, y quien es además el Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas, y no ha hecho nada. Y lo peor, ya no hará nada, importándole muy poco irse del cargo dejando a los chiapanecos en esta terrible situación

¿Pues no que por el bien de todos, primero los pobres? ¡No tienen madre!

laotraplana@gmail.com

X= @JulianParraIba

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