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DULCES TÍPICOS MEXICANOS

La confitería nace como una ciencia, donde los principios de la alquimia adquirieron un papel importantísimo, un arte, donde el azúcar se usaba para crear las más caprichosas formas arquitectónicas…

En México, existe una gran variedad de dulces típicos que varían de una región a otra, muchos de ellos son elaborados artesanalmente y son emblemáticos de la cultura mexicana. Con la llegada de los españoles a México, la cultura indígena se mezcló con nuevas costumbres, tradiciones, colores y sabores. Muestra de ello es la comida mexicana, la cual es considerada una de las más variadas y ricas del mundo. La elaboración de los dulces tradicionales mexicanos forma parte de esta gran riqueza culinaria.

La gastronomía mexicana es también un arte conformado por conocimientos e innovación de alimentos que pertenecen a la cultura de la sociedad. Los Dulces típicos mexicanos son parte importante de nuestra gastronomía por su aroma, textura y sabor único que tienen así las personas.

La confitería nace como una ciencia, donde los principios de la alquimia adquirieron un papel importantísimo, un arte, donde el azúcar se usaba para crear las más caprichosas formas arquitectónicas, pictóricas y escultóricas; sápidas, aromáticas y sabrosas.

En México, los niños juegan y consumen ciertas hormigas llamadas meleras, que tienen una bolsita llena de miel y se conocen en náhuatl como necuazcatl, también consideradas sagradas por las antiguas culturas mesoamericanas.

Actualmente, los indígenas clasifican a esas hormigas por el sabor de su miel y lo asocian con su color. Cuanto más oscura es más dulce. La de color café se le llama hormiga coca cola, a la amarilla, más acidita, se le conoce por hormiga mantequilla, y cuando su color es intermedio se le dice simplemente hormiga dulce.

Desde el año 1528, se inició el “paseo del pendón”, un desfile conmemorativo del 13 de agosto, día en que se rindió Cuauhtémoc. Se obsequiaban dulces y se echaban confites, en los albores de la capital de la Nueva España, apareció un confitero español llamado Francisco de Ledesma, quien con una negrita liberta llamada Barbola, elaboraba conservas, alfeñiques y mazapanes de influencia árabe, además de ciertos dulces llamados confites especiales para las celebraciones, pues servían para arrojarlos al pueblo en forma alegre y jovial durante el desfile; rara vez faltaron estos dulces, pero hubo casos extremos que cuando faltaron los confites, fueron sustituidos por los confetis de papel.

Además, la dulcería de esa época incluía ciertas pastas de azúcar y harina como las pastillas de boca o las llamadas suplicaciones, que eran similares a los barquillos, estaban hechas de azúcar muy fina mezclada con harina, amasada, laminada, contada con un hierro especial y horneada.

Barbola, la primera dulcera de América, recibió por su trabajo casa, comida y 100 pesos anuales. Así, durante los “paseos del pendón” se obsequiaba una colación consistente en calabazetes, ponteduros, suspiros, bien me sabe, frutas de almendra, mazapanes envinados, huevitos de faltriquera y jamoncillos de pepita.

Después los dulces servían para gratificar a los trabajadores, a los ganadores de certámenes y hasta los sinodales de los exámenes en la Real y Pontificia Universidad de México.

Fueron famosos por sus dulces los conventos de monjas de las ciudades de Querétaro, Puebla, Morelia y Toluca. Ahí nacieron los alfeñiques, los alfajores, las aleluyas y las tortaditas de Santa Clara.

La tradición confitera mexicana no sólo continuó sino creció durante el siglo XIX. Aparecieron las primeras industrias mecanizadas tanto de dulces como de chocolates, todavía de mesa con tendencias a hacerse golosinas y se inventaron nuevos modelos de productos.

Algunos nombres de las primeras fábricas son parte del colorido y sabor del México independiente: La Estrella y La Locomotora de Don Eugenio de la Flor se desarrollaron en la ciudad de Xalapa. En la ciudad de Puebla, doña Victoria O. abrió en el año 1862 La Gran Fama. En la Ciudad de México, aparecieron: La Concha, La Norma, El Vapor, La Cubana, La Flor de Tabasco, La Cibelina, Bremen y Lady Baltimore.

En Durango, se destacó La Minerva. En Yucatán, hacia el año 1894, se deleitaba con los productos de El Néctar, Las Delicias, La Marina y La Gran Fábrica Yucateca de Chocolates.

En el año 1902, se inició la producción casera de las paletas Mimí y las pastillas Usher. En el año 1927, en San Luis Potosí, comenzó a fabricarse la cajeta de la Hacienda Coronado, en el año 1939 surgió la Dulcería Francesa, Laposse, muy famosa por sus caramelos con pasita. Ibarra inició en forma artesanal su negocio de chocolates en el año 1924, en Jalisco.

En la Ciudad de México, apareció Larín. La Azteca continuó la labor de La Manita con su chocolate Morelia Presidencial e introdujo uno de los primeros chocolates instantáneos en polvo. La Giralda aparece en el año 1939. En el año 1945, inició en Guadalajara la elaboración casera de Dulces de la Rosa, donde hacía botellitas de licor, dulces de malvavisco, y más adelante, mazapanes de cacahuate.

En el año 1946, inician Chocolates La Corona, con fabricación de dulces como el paletón de chocolate. En el año 1950, inició un pequeño negocio en Guadalajara que creció tanto, que hoy en día más de veinte empresas forman el grupo Dulces Vero.

Las alegrías son el dulce más representativo de México, por las semillas de amaranto provenientes de este país. La receta para la elaboración del dulce de alegría ha pasado de generación en generación durante muchos siglos, hasta llegar a nuestros días sin sufrir modificaciones importantes. Las alegrías se preparan con amaranto y semillas de amaranto como ingrediente principal, azúcar, miel y pasitas.

La planta de donde proceden las semillas, el amaranto, es originaria de México y desde tiempos prehispánicos, además de formar parte de la dieta de los indígenas, se usó como moneda de cambio y con fines ceremoniales, para lo que realizaban figuras de amaranto y miel para ofrecerlas a los dioses.

Las palanquetas de cacahuate son otro dulce típico y muy famoso en México. Este dulce se prepara con cacahuates en trozos, azúcar, agua, glucosa líquida, margarina y grasa o aceite vegetal, es muy reconocido en México.

El ate es un dulce mexicano que surge durante la época de la colonia, su creación se atribuye a los frailes franciscanos que produjeron una pasta con azúcar y añadiéndole la alta temperatura y un tiempo de cocción largo se obtiene su textura gelatinosa.

Para una de las formas de guisar en la gastronomía española, véase pepitoria. Este dulce se prepara formando una miel con piloncillo con la cual se pegan las semillas de pepita en unas obleas de diferentes colores.

La cocada es un dulce típico que se distingue por el especial sabor de coco que adquiere al ser horneado y el característico color amarillo. Se prepara con coco rallado, azúcar y yemas de huevo, que, al ser horneadas como pasó final, adquieren su característico sabor y crujiente textura.

Los higos en dulce son otra tradición en golosinas mexicanas. Su sabor característico se debe al caramelo que surge de la cocción de éstos con azúcar, con un sabor dulce pero semiamargo.

Los merengues son dulces que se preparan con claras de huevo y azúcar. Se preparan con claras de huevo, azúcar, fécula de maíz y esencia de vainilla.

Los camotes, así como otros grandes representantes de los dulces típicos poblanos, tienen su origen en un convento o, al menos es lo que se cuenta popularmente.

La palabra “camote” viene del náhuatl “camohtli”, que significa «raíz comestible». Es un tubérculo parecido a una papa, pero con sabor ligeramente dulce. Existen cientos de variedades del camote. La raíz comestible es de forma irregular, larga y bulbosa. La cáscara, lisa, va desde un color café claro, pasando por rojizo y llega a ser hasta morada. La pulpa puede ser de color crema, blanca, amarilla, anaranjada o morada.

El dulce de camote es característico del estado de Puebla y se prepara con azúcar, esencia de limón o de naranja y un poco de agua hasta que se haga una pasta o puré.

Su presentación es diferente a muchos dulces, ya que a la pasta una vez que la hicieron tubo se envuelve en un papel encerado, posteriormente se ponen en cajitas pequeñas para su venta. Al momento de su exhibición podemos ver las cajitas multicolores, llenas de camotes de diferentes sabores, listas para su degustación.

En Coahuila hay una gran tradición por la fabricación de los dulces, Parras de la Fuente, con sus tradicionales dulces de leche con nuez, conservas y los dulces de calabaza; en la región centro se hacen los tradicionales rollos de nuez, conos de leche de cabra, y dulcería fina, en Saltillo, los dulces en conservas de todo tipo, así como las cajetas y mermeladas de membrillo y durazno, y en la zona de la Laguna los dulces de dátil, secos y rellenos, ampliamente degustados, los dulces de queso, de  piñón y de higo.

Y así, muchos, muchísimos dulces más de la tradición mexicana, en internet podrás encontrar muchos más dulces y en la oportunidad posible pruébalos, te gustarán…

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