El interés mediático que despiertan los Premios Nobel es singular. Su impacto, sin embargo, varía de uno a otro. Los de Química, Física, Medicina y Economía son reseñados y causan admiración. Pero, con la excepción —algunas veces— del Nobel de la Paz, ninguno tiene el efecto ni la repercusión que alcanza el de Literatura.
Contrario a la de los científicos, economistas, políticos y activistas, la obra de los escritores, poetas o dramaturgos que lo recibe está al alcance del público en general. Y si no es conocida, no importa: a raíz del premio se reeditan nuevas versiones en países donde ya ha sido publicada, y se traduce a nuevas lenguas.
Pero el Nóbel de Literatura tiene tanto prestigio, que pocas veces nos preguntamos quién está detrás.
La Academia Sueca de la Lengua es una institución que, si no fuera por la repercusión del premio que otorga, sería totalmente irrelevante—excepto, claro, para las (apenas) once millones de personas que hablan sueco. Visto desde otra perspectiva: el Nobel ha resultado una fuente de poder e influencia desproporcionada para sus dieciocho miembros—a cuyos nuevos miembros eligen, por cierto… los miembros que ya pertenecen a la Academia.
Los intereses, celos, snobismos, y compadrismos que este tipo de instituciones generan son similares en todo el mundo. Por si había dudas, a finales del 2017 tuvimos una idea de lo que se mueve en la Academia Sueca.
La prensa sueca reveló que el esposo de una de sus miembros había sido acusado de abusos sexuales —incluyendo violación— por al menos dieciocho mujeres, durante un período de más de veinte años.
Lo que se fue sabiendo después fue material para ganadores del Premio Nobel. El tipo había usado su amistad e influencia con miembros de la Academia para acercarse a las víctimas. Muchos de los ataques sexuales tuvieron lugar en lujosos departamentos propiedad de la Academia en Estocolmo y París. Cuando se conocieron los hechos, hubo renuncias, invectivas, acusaciones de malversación de fondos y machismo entre sus miembros. Incluso se supo que algunos filtraban con anticipación a los ganadores del premio, para que sus compadres pudieran apostar por ellos y ganar dinero.
La Academia intentó lavarse la cara. Varios miembros fueron reemplazados, algunas reglas cambiaron, etcétera. La esencia de este tipo de clubes intelectuales, sin embargo, es imposible de cambiar.
Conviene recordarlo para no perder de vista que el Premio Nobel es una referencia sobre algún escritor al cual quizá valga la pena echarle un vistazo. Nada más.
TE PUEDE INTERESAR: ¡Vaya sorpresa! Estará ‘Frankenstein’ de Guillermo del Toro sólo en el histórico Cinemas Alameda en Saltillo
Si a usted la obra de sus ganadores le resulta insufrible, ni se preocupe ni se sienta inadecuado. Pase página, y siga leyendo lo que le guste.