CDMX.- Lo que comenzó como una oportunidad de inversión en redes sociales terminó en un sofisticado fraude financiero. Jorge, un joven mexicano, fue víctima de una estafa conocida como “pig butchering” -término que en inglés significa “matanza del cerdo”-, un esquema digital que mezcla manipulación emocional y falsos asesoramientos financieros.
Durante dos meses, Jorge siguió las instrucciones de supuestos representantes de empresas extranjeras que le prometieron ganancias rápidas mediante la aplicación RHTradingPro. Los números de su inversión parecían crecer en pantalla, hasta que le exigieron pagar una comisión para poder retirar su dinero. Fue entonces cuando sospechó que se trataba de un fraude.
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El especialista en ciberseguridad Rodrigo Álvarez explicó que el pig butchering opera en cinco etapas: contacto inicial en redes sociales, generación de confianza, inversión inicial, aumento progresivo y la “matanza”, momento en que los estafadores exigen más dinero bajo pretextos como comisiones o suscripciones falsas.
Según Álvarez, los estafadores emplean perfiles profesionales falsos, vínculos emocionales y tácticas de presión psicológica para convencer a las víctimas de depositar sumas mayores, mientras simulan ganancias mediante plataformas digitales controladas por ellos.
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Jorge denunció el caso ante la policía cibernética de la Ciudad de México y la Condusef, donde descubrió que la empresa a la que supuestamente pertenecían sus “asesores financieros” no tenía operaciones registradas en el país. “Me da miedo que usen mis datos personales; saben dónde vivo”, confesó.
La organización Interpol reconoce el término pig butchering, aunque recomienda sustituirlo por expresiones menos deshumanizantes, al considerar que la metáfora puede disuadir a las víctimas de denunciar.
De acuerdo con la firma Chainalysis, en 2024 las estafas de tipo “pig butchering” aumentaron 40% a nivel global, generando pérdidas cercanas a 9 mil millones de dólares. Se estima que la cifra podría superar los 12 mil millones conforme se detecten más casos, aunque el subregistro y el uso de “cuentas mulas” -asociadas a identidades robadas o compradas- dificultan su rastreo.
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El especialista advierte que la educación digital es la principal herramienta de prevención. Recomienda verificar identidades, evitar compartir información personal o bancaria, y no instalar aplicaciones externas. Asimismo, urgió a fortalecer la regulación mexicana contra la ciberdelincuencia, ya que el país no forma parte del Convenio de Budapest, acuerdo internacional firmado en 2001.
“Lo mío fue poco comparado con otras personas; hay quienes hipotecan sus casas”, lamentó Jorge, tras reconocer que su caso forma parte de un problema creciente de fraudes digitales internacionales. Con información de El Universal