Plácido Garza DETONA un inesperado viaje al nazismo a través de la obra de Richard Strauss, interpretado anoche por la OSUANL. Advertencia para los amantes del chacoteo en chats y de las conversaciones triviales y melifluas: Tengan la bondad de saltarse hasta mi CAJÓN DESASTRE, porque este artículo es más largo de mis habituales. Gracias.
¿Les platico? ¡Arre!
El compositor alemán, Richard Strauss, figuraba en la llamada lista de los “bendecidos por Dios”, que Adolf Hitler compiló en agosto de 1944.
Junto a otros personajes de la cultura germana, Strauss estaban bajo protección del nacionalsocialismo nazi, aunque no fue requerido para prestar servicio militar.
Al final de la Segunda Guerra Mundial, en 1945, como toda persona cercana a Hitler, tuvo que someterse al llamado procedimiento de desnazificación.
(1a digresión: Cuando termine el maximato de la 4T, ¿habrá en México una desmorenización? Es pregunta, conste).
Vuelvo al tema:
Lo mismo sucedió a otros destacados artistas.
– Como Wilhelm Furtwängler, a quien se le prohibió por dos años dirigir la Orquesta Filarmónica de Berlín.
– Winifred Wagner, que fue obligada a renunciar a su cargo como directora del Festival de Bayreuth.
– Y por supuesto, el célebre director de orquesta, Herbert von Karajan y el escultor Arno Breker, cuyos bustos todavía son venerados en su país natal.
Bajo el régimen nazi, toda la música producida debía ajustarse a ciertos estándares definidos como “buena” y “mala”.
(2a digresión: Tras la suma del poder judicial a la hegemonía de la 4T, viviremos en México a partir del próximo 1 de septiembre, una “justicia buena”, distanciada de la “mala” que sufrimos ahora, por mandato extremo del “Gran Señor de Palenque”. Esto es una afirmación, conste).
Regreso al tema:
La represión de artistas específicos y sus obras era bastante común durante el nazismo.
Sin embargo, a quienes producían música “mala”, se les permitía una libertad artística limitada.
(3a digresión: Los críticos de la 4T todavía no somos reprimidos ni censurados, PERO SÍ VETADOS.
Pregúntenme y les platicaré el veto que a este su irreverente servidor le imponen ya, medios nacionales que dejaron de publicarme tras la llegada de Sheinbaum al poder. Esto es un hecho consumado, conste).
Retorno al tema:
Los nazis intentaron crear un equilibrio entre la censura y la creatividad musical para apaciguar al pueblo alemán.
(4a digresión: Lo mismo sucede hoy en México, donde Morena y sus rémoras intentan apaciguar al “pueblo mexicano bueno y sabio -pero también, ignorante- con un poder judicial dogmático y populachero, que tomará decisiones mediáticas, alineadas a la 4T y no apegadas a derecho, con el consiguiente gravísimo riesgo que ello representa. Esto es hecho que comenzará a consumarse a partir del próximo 1 de septiembre.).
De todos los favoritos del nazismo, ninguno como Richard Wagner (1818-1883).
Retomo el tema:
Fue el compositor favorito de Hitler, quien durante la Primera Guerra Mundial, llevaba en su mochila la partitura de “Tristán e Isolda”, drama musical en tres actos con música y libreto de Richard Wagner.
Por cierto, un dato poco conocido incluso por los melómanos: Hitler aprendió a leer música en su natal Braunau am Inn, pueblo austriaco en la frontera con Alemania, 58 kilómetros al norte de Salzburgo.
Todo esto para platicarles sobre el programa III de la Temporada 2025 de la Sinfónica de la UANL.
El concierto fue dirigido por el chileno Francisco Rettig, huésped habitual y muy querido por los espléndidos músicos de la OSUANL.
La Obertura de la ópera “Oberon”, de Carl Maria (sin acento por favor, queridos editores míos) von Weber.
Esta sombría música del autor alemán, que murió a los 39 años, es un reflejo fiel de la fragilidad de su salud y de su vida.
Fue un buen preludio de lo que nos esperaba a quienes ocupamos poco más de la mitad del Teatro Universitario en Mederos.
Luego apareció en escena la soprano regia, Eugenia Garza, bien llamada “La Divina Garza”, quien siguió la tónica melancólica del programa con las “Cuatro últimas canciones”, de Richard Strauss. Por cierto, su nombre se pronuncia Ricjard, no Richard, como muchos creen.
En contraste con el tono de tres de estas canciones, vistió un hermoso vestido con flores rojas estampadas, que acentuaron la luminosidad de su voz, que ha acompañado en escena a personajes de la talla de Plácido Domingo.
No hubo el colorido de la “Primavera”, como el título de la primera canción, y sí la melancolía de los tres restantes: “Septiembre”, “Hora de dormir” y “Crepúsculo”.
Después del intermedio vino “Muerte y Transfiguración, Opus 24”, de Richard Strauss.
Se trata de un soberbio poema sinfónico, expresado con música, sin palabras.
El programa de mano de la primera presentación de esta obra en Londres incluía el siguiente texto, que reproduzco traducido al inglés de su original en alemán:
”En el pequeño y pobre cuarto, iluminado solo por el sordo brillo del cabo de una vela, el enfermo yace en el catre.
Acaba de luchar otra vez, desesperadamente, con la muerte.
Ahora, agotado, se ha sumido en el sueño y el suave tic-tac del reloj sobre la pared es lo único que se escucha en el cuarto, donde el terrible silencio es una premonición de la muerte que se acerca.
En los pálidos rasgos del enfermo se adivina una amarga sonrisa. En los confines de su vida, ¿sueña acaso con los dorados días de su niñez?
Pero la muerte no le concede a su víctima el dormir y el soñar por mucho tiempo. Lo despierta con crueldad y de nuevo comienza la batalla.
¡Es el impulso de la vida ante el poder de la muerte!
¿Qué horrible lucha!. Ni la vida ni la muerte logran la victoria y el silencio llega de nuevo.
Agotado por la batalla, insomne como en un delirio febril, el hombre se hunde en el catre y mira pasar su vida, momento a momento, imagen por imagen, con una memoria sorprendente para su estado.
Primero, los dolorosos momentos de su infancia, aderezados con uno que otro de alegría; luego, los temerarios juegos de la adolecencia; después los retos afrontados ante la dureza de la adultez y la fogosidad e intensidad con que logra abrirse camino por la vida.
A lo largo de sus años logró convertir en peldaño cada obstáculo que le salió al paso. Y ahora, lo que ha buscado durante tanto tiempo con el más profundo anhelo de su corazón, lo busca aún, bañado en un mortal sudor.
Entonces, suena el último golpe del férreo martillo de la muerte, que rompe en dos su terrenal cuerpo y cubre sus ojos con la noche eterna”.
Este texto se lo escuché un día a mi abuela la ex alcaldesa, cuando respondía a mis inquisidoras preguntas de ¿cómo había sido la vida de mis antepasados judíos?, que salieron un día con sus ojos colmados de lágrimas, desde su natal y querido puerto de Gdansk, en la Polonia previa a la Segunda Guerra Mundial, para nunca más volver.
Y todo esto, fue narrado sin palabras por la Orquesta Sinfónica de la UANL en la culminación de esta obra maestra del alemán Strauss, porque hubo otros vieneses del mismo avalsesado apellido.
El programa de mano del concierto de anoche trae un texto muy parecido, lo cual considero uno de los grandes aciertos de los organizadores, porque nos da la talla perfecta de lo que escuchamos y vimos en esta velada.
CAJÓN DESASTRE:
– Qué curioso, horas antes de ir a este concierto, le decía a Gaby que me sorprende recordar detalladamente cosas que me sucedieron hace muchísimos años. “¿No será que me estaré muriendo?”, pregunté inocentemente.
– Y me respondió, con un toque de ironía, humor y fiel a su costumbre irreverente: “Tienes diez años diciendo eso y no te has muerto”.
– Mañana, cambio completo de programa.