Coahuila ha sabido mantener una madurez política que le ha permitido al Partido Revolucionario Institucional (PRI) mantenerse en el poder, siendo uno de los dos estados gobernados por ese partido, entre otros que gobiernan las diferentes entidades federativas con logros sobresalientes. Eso lo dicen las encuestas y organismos no oficiales que le dan calificaciones dominantes.
La carrera por el Congreso empieza a dar signos de iniciar el camino. Conviene que ese partido trabaje denodadamente, con el fin de conquistar una convocatoria que le permita alcanzar el apoyo necesario, pues eso no se adquiere como si se tratara de una tabla de multiplicar.
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La actual legislatura se ha conducido en términos eficaces, aprovechando que cuenta con mayoría priista, conformada por un bloque bien cohesionado al que no le hace falta convencimiento para meterse en la cabeza las iniciativas que el Ejecutivo del estado envía y que, por fortuna, han ido encarrilando la vida política y social de Coahuila. Los hechos ahí están.
La arquitectura del nuevo Congreso local deberá conformarse por legisladores –tal vez algunos repetirán– que sean escogidos escrupulosamente como candidatos, con el fin de convencer a un electorado potencial que vea en ellos un equilibrio fraguado con criterios bien estructurados, provenientes de una unidad partidista, valor que le da vida al partido, y lo conduzca al triunfo.
Con una fortaleza propia de seguridad que recubre de sabiduría política, es conveniente dejar las indecisiones para escoger a los preferidos que participarán en la contienda, pues recordemos que Morena vendrá con todo el apoyo que la cúpula nacional de su partido les dispersará.
El legado que está dejando el PRI debe ser reforzado, pues obliga a sus dirigentes a sostener la responsabilidad de continuarlo; de lo contrario, quedarán estigmatizados y sus partidarios les restregarán en la cara la derrota por no saber conservar la preferencia que tanto presumen.
Sépase escoger candidatos que se identifiquen con los electores, con el fin de que se sientan orgullosos de tener unos futuros congresistas alejados de la abyección. Ese será el quid de la selección: definir legisladores que elaboren leyes justas, por más duras que sean, aquí cabe recordar lo que dicen los norteamericanos: “la ley es dura, pero es la ley”. Candidatos que sean realmente competentes, verdaderamente conocedores de la técnica parlamentaria. Que no sean muñecos de ventrílocuo. El trabajo legislativo debe reflejarse en acciones que, cuando así lo amerite, sean un verdadero contrapeso.
El PRI debe emprender estrategias para la contienda con elementos que vayan a reemplazar al actual Congreso en las elecciones intermedias, pues estas son muy importantes: es el tiempo en que los enemigos cobran facturas, aprovechando que el porcentaje de votantes no es significativo.
Antes de la selección debe crearse en el partido un ambiente de confianza, proyectando una capacitación política eficaz con divulgación ideológica seria, exenta de demagogia, asimismo programas de acción realistas que lleven a la voluntad popular a darles luz.
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La propaganda en los medios es un factor determinante y efectivo que debe penetrar en las audiencias con llamados de lo que propone el partido, con pronunciamientos de que los candidatos, efectivamente, lucharán por las aspiraciones del pueblo, y no con mensajes nebulosos faltos de veracidad que nadie entienda. Los mensajes deben llevar certeza de que las acciones de sus miembros, ya en la vida pública, les darán certidumbre de crecimiento en la calidad de vida en las comunidades. Lo demás son patrañas.
El PRI debe tener espíritu de equipo, de tal manera que lo catapulte y despegue con buenos candidatos que los lleve al triunfo. Y ya sentados en su curul, desarrollen su trabajo con profesionalismo, decoro, honestidad y rendición de cuentas.
Los tiempos, como dicen los priistas, ya se vislumbran.
Se lo digo EN SERIO.
franciscoaguirreperales@gmail.com
X: @aguirreperalesf
