En 1980, Enrique “El Kiki” Camarena, quien llevaba apenas cinco años trabajando para la Administración Antidrogas (DEA, por sus siglas en inglés), fue asignado como agente encubierto en Guadalajara, Jalisco, para destapar las rutas de trasiego de enervantes en el Pacífico mexicano y hacia Estados Unidos.
Camarena se hizo pasar por agricultor interesado en ganar más dinero y “sacar a su familia de la pobreza del campo”, a partir de colaborar con el Cártel de Guadalajara y cuidar plantíos de marihuana.
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Poco a poco se ganó la confianza de los principales líderes de la organización criminal en Jalisco y logró mapear rutas, horarios y montos de la operación ilegal del trasiego de drogas.
Cuatro años después, en noviembre de 1984, sus informes para la DEA llevaron a que —en una operación coordinada entre los gobiernos de México y Estados Unidos, en la que participaron 450 soldados— las autoridades incautaran el enorme rancho El Búfalo, al sur de Chihuahua.
En el rancho trabajaban cerca de 3 mil campesinos en la siembra y cosecha de marihuana. Eran casi mil hectáreas y su valor en ese momento se estimó en miles de dólares que el Cártel de Guadalajara, a cargo de Rafael Caro Quintero y Ernesto Fonseca Carrillo, “Don Neto”, perdió ese año.
”El Kiki” Camarena se perdió del mapa por dos meses. Fue hasta la primera semana de febrero de 1985 que acudió al Consulado de EU en Guadalajara para recibir instrucciones del lugar donde sería reubicado, antes de darle al grupo criminal la estocada final. Saliendo de las oficinas diplomáticas, sin embargo, cinco sujetos le cubrieron la cabeza con una chamarra de cuero y lo obligaron a subir a un vehículo Volkswagen.
Fuentes no confirmadas afirmaron a las autoridades, tras investigarse el caso, que Camarena fue entregado por agentes judiciales a Caro Quintero, quien se encargó de torturarlo y ordenó su asesinato.
“¿Para qué me iba yo a meter en un problema tan serio?”, dijo el capo cuando negó haber orquestado los delitos en contra “El Kiki” Camarena.
Reportes en poder del Ejército Mexicano, dados a conocer casi 30 años después de los hechos en el hackeo conocido como Guacamaya Leaks, revelaron detalles del episodio.
Por ejemplo, el Ejército sabía desde 1986 que los sicarios del Cártel de Guadalajara golpearon a “El Kiki” Camarena con una llave en forma de “L” en la cabeza, lo que le provocó doble fractura de cráneo
.Parte de ese informe también detalla que el primero en interrogarlo en la casa de Lope de Vega 881 fue el propio Caro Quintero.
En la sesión, el capo le recriminó los cuatro años en que se ganó su confianza y la de sus socios en la organización.
A finales de febrero pasado, Caro Quintero fue extraditado a Estados Unidos. Ese traslado era buscado por la DEA desde los años 80, cuando se le acusó de haber orquestado el secuestro y muerte del agente nacido en Mexicali, pero formado por el Cuerpo de Marines de Estados Unidos en operaciones tácticas.
El mismo día en que se dio a conocer su extradición, Enrique Camarena, hijo del exagente, entregó a un elemento de la DEA las esposas de su padre para con ellas arrestaran a Caro Quintero.
