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A propósito de judíos, de árabes y persas… Episodio II, de III

¿Les platico? ¡Arre!

Primero, una digresión para darle peso al tema de hoy:

¿Han notado cómo al principio de nuestros contenidos aparecen las advertencias sobre las cuchilladas traperas que Viva Autobús -perdón- Aerobus, asesta a sus propios clientes?

Pues igual de imperdonable es lo que hacen con los suyos, los herederos del joyero judío que creció en su negocio gracias al apoyo de sus vecinos árabes en la Colonia Vista Hermosa de Monterrey, hace 40 años, o menos, como 45, parodiando al inefable Peña Nieto.

La continuación de esta historia se remonta al año 2012, cuando el entonces procurador de justicia en NL estaba casado en primeras nupcias con una agente de ventas que trabajaba para la citada joyería.

Un cliente libanés que compró en ese lugar una “piedra preciosa” engarzada en descomunal anillo, descubrió que la gema era FALSA y el oro de la sortija resultó ser de un kilataje menor al que le habían vendido.

(Breviario cultural: Grupo DETONA® también tiene como asesores, a expertos cortadores de diamantes capacitados en Cuba, tal cual presumen los que atienden dicha tienda en la Calzada Del Valle de San Pedro Garza García: El peso del oro se mide en kilates, con “K”. El de los diamantes y otros minerales preciosos, en quilates, con “Q”).

Volvamos al punto:

El cliente libanés tenía -y sigue teniendo- buenas palancas en los ámbitos económicos y políticos.

Estaba realmente encabronado porque su esposa había llevado la pieza con un valuador pues estaban en proceso de divorcio y quería saber “de cuánto estamos hablando” en las negociaciones previas al juicio.

El resultado fue el que ya describí. La piedra era FALSA. Le reclamó a su marido y éste fue a pedirle cuentas a los herederos del joyero fundador de esa tienda.

El que le tocó recibirlo se dio cuenta de que se trataba de un cliente pesado y después de hacer pruebas en su laboratorio le dio la razón al cliente.

Caso diferente al que les narré ayer, cuando el mismo tipo mandó con cajas destempladas a la cliente que le reclamó la falsedad del “diamante” que le había regalado su padre.

A propósito de judíos y de persas, que no son árabes, por cierto. Episodio I de III

En el segundo caso, el hijo del joyero tuvo que ingerir un kilate de tubérculo poblano y buscó un arreglo con el cliente, que estaba bien encabronado y era de armas tomar.

Le regresó su dinero y le echó la culpa a uno de sus propios empleados.

Para “taparle el ojo al macho”, le pidió a su agente de ventas que le echara la mano con su marido, que era -como dije- procurador de justicia en el Estado.

El final de esta historia fue que el chivo expiatorio pasó dos años en la cárcel, acusado de un delito que cometieron los dueños de la joyería.

A través de sus contactos con la prensa de aquellos años, le dieron vuelo a la noticia.

Así, quedaron bien con el cliente ofendido y también con la cremosa “sociedad” sampetrina.

Así de desgraciados son esos cabrones, que aparecen un día sí y otro también “adornando” las páginas sociales de San Pedro Garza García, muy Chic ellos, demostrando que les vale una Sierra Madre lo que hacen contra muchos de sus clientes… y también contra sus propios empleados.

¿De dónde sale lo que acabo de narrarles?

Del propio personal de la mentada joyería y me advierten que como este y el de ayer, hay muchos, muchos más.

Contacté a varios de los clientes ofendidos y la forma en que los tratan oscila entre el primero y el segundo caso.

La agravante es que muchos de los quejosos son herederos de prominentes miembros de la comunidad libanesa en Monterrey, que ayudaron a su paisano de origen, el judío que vendía sus “gemas” de casa en casa en la Colonia Vista Hermosa.

Esto se les olvida a sus hijos, a juzgar por la forma en que convierten el engaño en un negocio, tal como lo hacen las huestes de Roberto Lázaro Alcántara Rojas y su cachorro consentido, Juan Carlos Zuazua Cosío, dueño y director respectivamente, de Viva Autobus -perdón otra vez- Aerobus.

CAJÓN DESASTRE:

– A raíz de mi artículo de ayer me contactaron varios clientes de dicha joyería.

– Coincidieron en un solo punto: Verificarán con un tercero, la autenticidad de las piezas que compraron, y sin pedírselo, quedaron en tenerme al tanto del resultado de sus gestiones.

– Entonces, mañana, cambio completo de programa con el Episodio III: En el caso de Irán, peor que Trump resulta Marco Rubio.

– Todo esto sin faltar el Jo-Jo-Jo-coso e Incomparable Iván y toda la compañía, más la Irreverente de mi Gaby, reportándose desde Estambul, cuna de la civilización.

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