
Caminar tiene beneficios que van mucho más allá de la salud. Caminar atento, con los sentidos abiertos, multiplica esas ganancias. Es en esas caminatas sin prisa donde uno descubre lo que suele permanecer oculto para quienes viven siempre con el pie en el acelerador. Entre esos descubrimientos que me asombran está el de la enorme variedad de flores que acompañan nuestras existencias, lo mismo en los campos que en los rincones más inesperados de las ciudades. La diversidad de formas, tamaños, colores y aromas tiende a lo infinito. Y cuando creo haberlas visto todas, llega la naturaleza a recordarme lo equivocado que estoy.



