¿Estamos hablando de perdonar a tu pareja? ¿O estamos hablando de sanar soltando?
Si tú la has sufrido, ahorita que estás leyendo conéctate con la pregunta: ¿qué es lo que te duele?, porque no a todos nos duele lo mismo.
– Hay a quienes les duele el engaño.
– Hay a quienes les duele haber estado luchando por algo que no valía la pena.
– Hay a quienes les duele el ego, el pensar que les estuvieron viendo la cara.
– Hay quienes sufren por lo que dirán los demás.
– Hay quienes lloran la pérdida de la ilusión, la certeza y la seguridad.
Y sí… hay quienes sienten que les duele hasta la existencia.
Tenemos que estar claros: no todas las infidelidades son iguales. Me preguntan mucho si tener a alguien como refugio emocional, sin contacto físico, es infidelidad. O si solo mandar mensajes ya cuenta. No es lo mismo infidelidad, deslealtad y deshonestidad, aunque todas duelen.
– La infidelidad tiene que ver con romper un pacto afectivo-sexual en una relación. Es una traición al acuerdo.
– La deshonestidad es no decir la verdad, ocultar, manipular, mentir.
– La deslealtad es actuar en contra de alguien en quien confías, romper un lazo de lealtad. Es más amplia que la infidelidad: incluye hablar mal a tus espaldas, no defenderte, no cuidar tu dignidad emocional.
Una de las cosas que más duelen cuando uno es víctima de infidelidad es que empezamos a preguntarnos: “¿Qué me hizo falta?”, “¿Por qué no fui suficiente?”, “¿Por qué no me comunicó que hacía falta algo?”.
Se va tan profundo ese dolor, que pega en cada parte del alma… incluso en esas decisiones internas sobre si soy suficiente para merecer un lugar en el mundo.
Y entonces se vive el duelo. Coraje. Tristeza. Decepción. Vuelve el coraje. Y así, una y otra vez. Sé que es tan difícil sostener el dolor, vivir la realidad, y además lidiar con los efectos colaterales de una decisión que tomó otra persona.
A nivel personal, uno primero tiene que abrazar el dolor, el desencanto, la pérdida de estabilidad o de la paz que creías tener. No es solo decidir si perdonas o no perdonas. Primero es conectarte con qué es lo que te duele, qué se te movió, qué creencias se cayeron.
Y para eso, vas a necesitar una red de apoyo: Una red que no te juzgue. Que no critique. Que no te victimice. Una red que te acompañe y te escuche en el proceso.
En ese camino, te irás encontrando con muchas certezas que te van a servir como cimientos para tu sanación total.
Para superar una infidelidad en pareja, no basta con pedir perdón y pensar que no habrá pensamientos intrusivos, angustias recurrentes, días de reclamo y otros de perdón. Juntos van a tener que afrontar cada uno de los pasos que los llevó a este momento, a sus decisiones, para después preguntarse, ¿cuál es el nuevo sentido o el para qué de esta nueva relación?
Porque nunca volverá a ser igual. Pero puede convertirse en una relación mejor, más profunda, más consciente. Detrás de las heridas, también se desarrollan hermosas fortalezas.
Es importante mantener la idea de que es un proceso. Y en ese proceso también tienes derecho a no querer seguir en la relación mientras te recuperas. Y si la otra persona quiere rescatar la relación, deberá respetar tu proceso.
Aunque duele tanto, una vez que uno se enfrenta a la verdad, ya sabe sobre qué tierra está pisando, y eso, créeme, es el primer paso para volver a construir.
Como siempre digo, acompáñate de terapia como amor propio. Acuérdate que eres un todavía y que entre más grande la batalla, más gloriosa la victoria.
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